28th Oct 2024
Había una vez una nube joven llamada Lluvia. Lluvia flotaba en el cielo azul. Se sentía triste porque no sabía cómo ayudar a las plantas en la tierra. Las plantas necesitaban agua, pero Lluvia no sabía cómo convertirse en lluvia.
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Un día, vio a un pequeño girasol siempre mirando hacia arriba. El girasol parecía triste. Lluvia decidió acercarse y preguntar: '¿Por qué estás triste, pequeño girasol?'. El girasol respondió: 'Necesito agua para crecer. Sin agua, no puedo ser feliz.'
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Lluvia sintió un nudo en su corazón. Quería ayudar, pero solo era una nube. 'No puedo ser lluvia,' pensó. Entonces, un pájaro llamado Pablo voló cerca. Pidió a Lluvia: 'No te desanimes, amiga. Todos tenemos un propósito.'
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'Pero, ¿cuál es el mío?' preguntó Lluvia. 'Tú puedes trabajar en equipo,' dijo Pablo. 'Las nubes como tú pueden aprender a ser lluvia en la amistad con el viento.' Lluvia pensó que eso sonaba divertido y decidió intentarlo.
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Esa tarde, Lluvia conoció a un suave viento llamado Brisa. 'Hola, Brisa,' saludó Lluvia. 'Me gustaría aprender a ser lluvia.' Brisa sonrió y dijo: 'Solo necesitas seguir mi ritmo y dejarte mover.' Lluvia se emocionó y aceptó la ayuda del viento.
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Brisa comenzó a soplar suavemente y Lluvia lo siguió. Juntos, subieron y bajaron por los cielos. Lluvia se sintió ligera y feliz. ¡Estaba jugando con Brisa! Iban a todos lados, jugando y riendo en las nubes. Así, Lluvia empezó a sentir algo especial.
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Con el tiempo, Lluvia se dio cuenta de que, gracias a Brisa, estaba recogiendo agua. Se llenó con gotitas de agua y se sintió fuerte. En ese momento, supo que podía convertirse en lluvia. ¡Era su gran oportunidad de ayudar a las plantas!
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Lluvia se despidió de Brisa y se preparó para su nueva aventura. Sin pensarlo dos veces, se sumergió hacia abajo. Con mucho amor, comenzó a soltar la agua sobre el pequeño girasol y sobre todos los demás.
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Los girasoles se pusieron felices, sus hojas verdes brillaban bajo la lluvia. '¡Gracias, Lluvia!' gritaron. Lluvia sonrió, ya no se sentía triste. Había encontrado su propósito: ayudar y dar vida a las plantitas.
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Desde aquel día, Lluvia nunca volvió a sentirse sola. Había aprendido a trabajar en equipo. Cada vez que llovía, el sol brillante siempre esperaba para jugar con los girasoles. Juntos, hacían un espectáculo de colores para el mundo.
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