28th Oct 2024
Una vez, en el cielo brillante, vivía una estrella llamada Estrellita. Estrellita era muy curiosa y soñadora. Quería ser un planeta y sentir lo que era estar en el espacio con sus amigos.
Estrellita miraba a los planetas desde lejos. Los planetas eran grandes y tenían colas de luz que los rodeaban. "Quiero jugar con ellos y girar como ellos%22, pensaba Estrellita.
Un día, Estrellita decidió aventurarse. Empezó su viaje siguiendo a una nube suave y esponjosa. Saltó con alegría, iluminando el cielo con su luz dorada.
Mientras viajaba, se encontró con Júpiter, el planeta más grande. Júpiter sonrió y dijo: “Tienes tu propia luz, pequeña estrella. Eres especial tal como eres.”
Estrellita se sintió feliz, pero seguía pensando en ser un planeta. Continuó su camino y llegó a Marte, el planeta rojo. Marte le contó historias de su suelo ardiente y sus montañas.
Después, conoció a Venus, que era hermoso y brillante. Venus le dijo: “No necesitas cambiar, Estrellita. Tu luz es mágica y brilla por todo el universo.”
Estrellita comprendió que cada planeta tenía su propia magia. Se sintió triste, pero también emocionada por sus nuevos amigos. Los planetas estaban orgullosos de su luz.
Finalmente, Estrellita decidió regresar a su lugar en el cielo. Aprendió que ser una estrella era especial y que su luz podía iluminar a todos los planetas.
Cuando volvió, iluminó el cielo con destellos. Desde ese día, cada noche, brillaba más fuerte, sintiéndose feliz con su identidad. Era una estrella, y eso era maravilloso.
Así, Estrellita entendió que cada uno tiene su magia. No importa si eres una estrella o un planeta, lo importante es brillar con tu propia luz.