28th Oct 2024
Era la noche de Navidad y una estrella brillaba en el cielo. La estrella, con luz brillante y dorada, se sentía muy sola. Nadie la miraba, y eso la entristecía. Ella deseaba que alguien la viera.
Mientras tanto, un grupo de niños jugaba en la nieve. Se reían y construían muñecos de nieve. Un niño llamado Pablo miró hacia arriba y vio a la estrella. "¡Miren!", exclamó emocionado. "¡Esa estrella es hermosa!"
Los otros niños miraron hacia el cielo. Sus ojos se iluminaron al ver la estrella brillante. "¡Debe sentirse sola!", dijo Ana. "¡Hagamos algo especial por ella!"
Los niños empezaron a pensar en un plan. Decidieron hacer un gran cartel con luces y lo colocarían en el árbol de Navidad. "Así, la estrella podrá vernos desde el cielo!"
Los niños recogieron materiales y comenzaron a trabajar rápidamente. Cantaban mientras decoraban el árbol con cintas y luces de colores. La alegría llenaba el aire. La estrella brillaba aún más al ver su esfuerzo.
Cuando terminaron, el árbol de Navidad iluminó todo el jardín. ¡Era un espectáculo maravilloso! Los niños se abrazaron felices. Sabían que la estrella podía ver lo que hicieron. Pero aún no era suficiente.
"¡Necesitamos decirle algo!", sugirió Juan. Así que los niños se sentaron alrededor del árbol y comenzaron a cantar villancicos. La música subía y llegaba a la estrella. Ella se sintió feliz y llena de amor.
La estrella, al escuchar la melodía, encendió su luz más brillante. Nunca había sentido tanto cariño. Con cada nota, su brillo iluminaba toda la noche. Los niños estaban asombrados y felices.
Finalmente, la estrella dejó caer un destello mágico. Era un regalo para los niños. Un hermoso copo de nieve brilló en la tierra. La estrella sabía que nunca volvería a sentirse sola.
Desde aquella noche, los niños siempre miraban hacia arriba. Sabían que su estrella los vería y que siempre tendrían un lugar especial en el cielo de Navidad.