28th Oct 2024
La abuelita de Lucas y Sara era muy especial. Tenía un hogar lleno de cuentos y risas. Un día, ellos la vieron en su habitación con un libro grande y extraño que brillaba en la oscuridad. La curiosidad de los niños creció y decidieron acercarse a espiar.
Cuando Lucas miró por la puerta entreabierta, vio a su abuelita leyendo en voz alta. El libro flotaba en el aire, rodeado de estrellas y luces mágicas. "¿Qué estará contando?", se preguntó Lucas, emocionado por el misterio.
Sara, la hermana de Lucas, también quería ver. "¡Debemos descubrir qué sucede!", dijo ella. Con valentía, empujaron la puerta y entraron en la habitación. La abuelita sonrió al verlos y les hizo señas para que se acercaran.
"Este es un libro mágico", explicó la abuelita, acariciando el libro brillante. "Contiene historias de mundos lejanos y susurros de aventuras. Quiero compartirlo con ustedes esta noche." Los ojos de los niños se iluminaron de felicidad.
La abuelita abrió el libro y una brisa suave comenzó a soplar. Las páginas se movieron solas y las palabras empezaron a brillar. De repente, los cuatro se encontraron en un bosque encantado, lleno de árboles altos y flores de colores.
"¿Dónde estamos?", preguntó Lucas, mirando a su alrededor. "Estamos dentro de una historia", respondió la abuelita riendo. Sara saltó de alegría y comenzó a explorar el lugar mientras su abuelita les contaba sobre las criaturas mágicas que habitaban esos bosques.
En el bosque conocieron a un dragón amistoso llamado Firulais. Tenía escamas verdes y ojos brillantes. Les invitó a su cueva, donde guardaba tesoros de cuentos y juguetes olvidados. Lucas y Sara estaban maravillados.
"Cada tesoro tiene una historia", dijo Firulais. "Si lo tocas, puedes oír su relato." Los niños tocaron un viejo libro de cuentos y, al instante, una hermosa melodía llenó el aire. La música les hizo bailar con alegría.
Cuando la noche llegó, el bosque comenzó a desvanecerse. La abuelita les sonrió, y con un movimiento de su mano, regresaron a su habitación. "Siempre llevarán las historias en su corazón", les dijo.
Esa noche, en su cama, Lucas y Sara se dormían soñando con dragones y bosques mágicos. Aprendieron que los cuentos son tesoros que nunca se acaban, y que su abuelita siempre tendría un nuevo relato que contar.