28th Oct 2024
Había una vez un mágico árbol en un pequeño pueblo. Este árbol tenía hojas brillantes de todos los colores y flores que danzaban en el viento. Cada niño que visitaba el árbol podía hacer un deseo. El árbol escuchaba atentamente y brillaba más fuerte con cada deseo que se hacía.
Un día, una niña llamada Ana llegó al árbol. Ana era amable y siempre pensaba en los demás. Ella deseó que todos los niños tuvieran juguetes para jugar. El árbol sonrió, y de repente, aparecieron muchos juguetes debajo de sus ramas. Ana estaba feliz de ver a sus amigos jugar.
Mientras los niños jugaban, Ana escuchó a un niño triste. Se llamaba Tomás y no tenía amigos. Ana se acercó a él y le preguntó qué deseaba. Tomás solo quería tener amigos. Ana entonces decidió hacer otro deseo, esta vez por él. Ella deseó que Tomás tuviera amigos.
El árbol, con su magia, hizo que todos los niños se unieran a Tomás. Jugaron juntos, y pronto él no estaba triste. Ana se dio cuenta de que ayudar a los demás hacía que el árbol brillara aún más. Así que deseó ayudar a otros siempre que pudiera.
Desde ese día, Ana y Tomás visitaron el árbol juntos. Hicieron deseos no solo para ellos, sino también para ayudar a otros niños en el pueblo. El árbol se llenó de luz y alegría, reflejando el corazón generoso de todos los niños que creían en su magia.